Hace pocos días recibimos en la oficina de trabajo la visita de un alcalde de una ciudad próxima. Era una visita protocolaria, dónde nuestro CEO expondría los trabajos y avances de la compañía en la digitalización de las empresas. También fue motivo de conversación la metodología de trabajo que seguimos, Scrum. Al final de la visita, el alcalde me interpelo, de forma cordial pero un tanto burlesca, para saber si esta metodología tan potente también podía servir en una entidad de gobierno pública.
Si te interesan las aplicaciones de la metodología Scrum fuera del ámbito del software puedes ver como se utiliza en la educación: EduScrum,
El gobierno no es sólo la forma con la que organizamos la esfera pública, es también una forma mediante la cual se establece quiénes somos como pueblo. Gran parte de la ideas que sostienen hoy la mayoría de democracias nacen en la ilustración:
- Desarrollo de la ciencia y la técnica.
- La razón como instrumento humano para guiar a la sociedad hacia el bienestar y la justicia.
- Igualdad. Todos los hombres son iguales a la luz de la razón y tienen los mismos derechos.
- La lucha de la libertad, tanto en las cuestiones políticas, económicas, intelectuales y religiosas.
El problema está claro, son más de 200 años de acumulación burocrática, intereses encastrados en las propias estructuras de gobierno que hacen difícil que se oiga la voz del pueblo. La corrupción, a pequeña escala, como burócratas que aceptan sobornos por sus servicios, o a gran escala, como los grandes bancos que se enriquecen a base de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios, es resultado de la falta de transparencia y de la centralización del poder en manos de pocos.
En la gran mayoría de capitales del mundo se ha ido creando una clase cortesana que constituye el gobierno permanente. Los contratos se conceden, el dinero se gana y el poder se confiere según a quién conoces y no según qué ofreces. Un ejemplo de ello es cómo los políticos y burócratas poderosos saltan del gobierno a la industria y viceversa.
En el mundo hay algunos casos de uso de Scrum en gobiernos o políticas. En algún post del futuro haremos una visión general, pero hoy nos centraremos en cómo el pueblo islandés decidió desarrollar una constitución que encarnara la voluntad del pueblo usando Scrum.
En 2008 una crisis financiera, totalmente evitable, se expandió por el mundo capitalista. Los grandes bancos dispararon los precios hasta límites imposibles, apalancándose una y otra vez con más y más deuda. Uno de los países que más duramente golpeó la crisis fue Islandia. Los bancos privatizados habían sido traspasados por el gobierno y habían asumido grandes riesgos en los mercados financieros. Hay un dicho en Wall Streeet, si no sabes quién es el tonto en la sala, es que el tonto eres tu. En este caso, el tonto fue Islandia.
Los bancos habían pedido grandes cantidades de dinero en formato de préstamo, una cantidad asombrosa dado un país tan pequeño. Los bancos tenían tasaciones 12 veces el tamaño del presupuesto nacional. Cuando la crisis estalló el milagro económico islandés quedo hecho ruinas. Los ciudadanos de Reikiavik no estaban dispuestos a aceptarlo. Tomaron las calles y empezaron a hacer caceroladas a las puertas del Parlamento. El gobierno, responsable de supervisar las prácticas financieras de los bancos, cayó y un nuevo ejecutivo prometió una nueva constitución. Este hecho es conocido cómo la revolución de las cacerolas.
Para redactar la constitución, algunos funcionarios decidieron ser más abiertos y comprometerse con los ciudadanos. Formaron un comité constitucional que decidió usar Scrum. Cada semana el comité se reuniría para decidir sobre una parte del documento, para presentarlo en público cada jueves. Una vez presentado recibirían el feedback de la gente a través de Facebook y Twitter. En sólo unos meses tenían un nuevo documento respaldado por la mayoría de la ciudadanía islandesa.
Los poderes que se habían beneficiado del fraude financiero contraatacaron, actuando contra la voluntad del pueblo, instauraron un nuevo parlamento formado por los mismos partidos que habían llevado a la destrucción de la economía de Islandia, decidiendo ignorar por completo la nueva constitución. La revolución de las cacerolas no pudo triunfar.
Aún así el mundo está cambiando y aquellos que se benefician del secretismo y el engaño pronto se encontraran que les quedarán pocos sitios donde esconderse. Poco a poco, dónde se utiliza Scrum, se vive un cambio irreversible, la transparencia y los deseos de la gente acaban superando cualquier piedra que se encuentre en el camino.
Volviendo al inicio, a la pregunta del alcalde, serviría Scrum para cambiar un ayuntamiento? Por supuesto que sí. Sería fácil aplicarlo? Por supuesto que no. Se puede conseguir? Por supuesto que sí. Sólo es necesario empezar a aplicar Scrum en algún ámbito importante de la acción de gobierno y él sólo se expanderá. Es imprescindible empezar a aplicarlo con gente comprometida con la acción y con la metodología. La pregunta es... quiere el ayuntamiento abrirse tanto a la ciudadanía?
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